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Madrid :: 31/03/2006

En Madrid como en París: Lucha estudiantil. 4 de Abril 18.30h Sol

Asamblea Contra la Mercantilización de la Educación
Los planes de construcción de la Europa del capital pasan necesariamente por desmantelar los servicios públicos para convertir derechos en negocios. Mercantilización del conocimiento, elitización de la universidad pública, precarización general: ¡¡En Madrid como en París, Lucha estudiantil!! Difunde la convocatoria, y acude a la manifest.acción. Abajo la Convergencia Europea Todo el poder a las asambleas.

4 Abril Manifestación 18:30 Sol - Ministerio de Educación

Puedes ver el cartel en:
http://www.nodo50.org/acme/

MANIFIESTO DE ACME:

POR QUÉ DECIMOS NO A LA CONVERGENCIA EUROPEA.

"Todo es mercado, metéroslo en la bolsa de la cabeza" (El Roto)

Con la retórica de los ineludibles retos que el futuro nos plantea nos hablan de un tren que no podemos perder y de la frenética carrera que hay que emprender para no quedar atrás. Pretenden que asumamos, sin cuestionar si quiera de dónde viene o a dónde nos lleva, el proceso de Convergencia Europea como algo inevitable. Pretenden consenso donde sólo hay desinformación. Se habla constantemente no ya de reforma, sino de "revolución educativa", pero debemos preguntarnos a qué intereses responde el establecimiento del Espacio Europeo de Educación Superior (E.E.E.S), si al interés de la comunidad académica (a la que nunca se preguntó) que habría de repercutir en el bien común, o a intereses económicos particulares que conllevan la desaparición de los servicios públicos. El Convenio de Lisboa, que reunió al Consejo Europeo en 1998, fija el siguiente objetivo: "En 2010 habremos de ser la economía basada en el conocimiento más dinámica y competitiva del mundo". No es difícil darse cuenta de que este empeño repentino de mejorar la universidad responde a la necesidad de convertir a Europa en una potencia económica competitiva.

En una Europa donde los servicios públicos se ven constantemente amenazados por los dictados de la OMC y el FMI, donde las leyes estatales no hacen más que aplicar las directrices impuestas desde órganos neoliberales, no cabía esperar otra reforma que esta que se nos viene encima. El proceso de convergencia europea en educación superior no es más que otra cara de lo mismo, de la misma concepción de la educación que los estudiantes venimos enfrentando desde hace años: aquella que considera que el conocimiento es mercancía y la universidad un espacio donde invertir y obtener rentabilidad. Era el espíritu del Informe Universidad 2000 (Informe Bricall), el de la L.O.U (aprobada por el PP, que fijaba como objetivo "integrarse competitivamente junto a los mejores centros de enseñanza superior en el nuevo espacio universitario europeo que se está comenzando a configurar"; creaba un órgano universitario con participación empresarial, el Consejo Social; e introducía criterios no académicos de evaluación de la calidad de la enseñanza a través de la ANECA) y el de la reciente reforma de la LOU (PSOE), y es, por descontado, el hilo conductor de la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior (E.E.E.S.). También la enseñanza media ha sufrido su propia "revolución" gracias a la L.O.C.E y la más reciente L.O.E. Contra todas estas normativas, y en defensa de lo que es público, nuestro lema sigue siendo "NO a la mercantilización de la educación".

Desde el Convenio de Lisboa de 1998 se han ido firmando en Europa declaraciones que desarrollaban esta concepción de la educación (la Soborna, Bolonia, Praga, Bergen). Se comienzan a esbozar los objetivos de este proceso: competitividad de universidades, estructuración de los estudios, sistema de créditos, y movilidad de los estudiantes. Pero nada se dice de la universidad como espacio público y crítico. Estos documentos europeos se han traducido en el Estado español en los Reales Decretos de grado, posgrado, suplemento al título y ECTS, y en numerosos documentos elaborados por la ANECA, la Conferencia de Rectores, etc. El objetivo de todo ello es, en definitiva, supeditar la universidad a las necesidades del mercado: "la finalidad última será llegar a una formación competitiva de nuestros estudiantes para un mercado de trabajo que supera nuestras fronteras" (documento aprobado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas).

En esta llamada "sociedad del conocimiento" la flexibilidad se convierte en el criterio por excelencia; no hace falta saber, sino saber adaptarse. No hace falta conocimiento teórico, sino capacidades y destrezas. Lo que el mercado necesita son "tontos multiútiles" y flexibles. Así, nos proponen un nuevo modelo basado en el aprendizaje y no en la enseñanza, nos proponen un supuesto protagonismo del estudiante, nos proponen, en fin, un vaciar de contenido la educación superior convirtiéndola en otra cosa, en una formación descualificada que nos permita integrarnos en un mercado que cambia tan rápido que nadie sabe lo que necesitará mañana. En estrecha relación con esto aparece el concepto de "formación a lo largo de la vida", que no es más que la necesidad de readaptar continuamente esa formación a aquello que las empresas necesiten en este preciso instante. A cargo, claro, del bolsillo propio o el de la empresa que además del dinero pone el temario.

Y para eso hay que transformar de arriba abajo la Universidad. Eso sí, con coste cero. ¿Quién va a financiar esta reconversión que carece de memoria económica? ¿Quién va invertir en educación en una sociedad en la que se huye del déficit público como de la peste? Si la financiación no va a ser pública será privada, y entonces no será la comunidad académica quien decida qué se estudia, qué se investiga y cómo, sino las empresas que inviertan a cambio de beneficios. De hecho, ya está ocurriendo: la mención de calidad de los doctorados y la aprobación de un proyecto de investigación dependen de la previa obtención de financiación "externa" (es decir, privada); las cátedras pagadas por empresas proliferan en las universidades, como es el caso de la cátedra Endesa en la Universidad Politécnica de Cataluña o la cátedra Respsol en la Carlos III de Madrid.

Con la nueva estructuración de las carreras se pretende crear una universidad destinada a formar trabajadores poco cualificados y flexibles con una titulación de Grado, quedando el Posgrado para quien pueda pagarlo. El Grado se entiende como una "capacitación de los estudiantes para integrarse directamente en el ámbito laboral europeo con una cualificación profesional adecuada"(Real Decreto 55/2005 de Grado) (por "adecuada" se entiende la obtención de las "capacidades" y "destrezas") y es la formación destinada a la mayoría de los estudiantes. El Posgrado tiene como objetivo "la especialización del estudiante en su formación académica, profesional o investigadora" (Real Decreto 56/2005 de Posgrado) y, muy previsiblemente, será la parte de los estudios dedicada a la especialización al que tan solo un 30% de los graduados podrán acceder. Habrá una subida de tasas, y por tanto una elitización de la educación.

Para homologar los títulos en Europa se crea un nuevo sistema de créditos: el ECTS (European Credit Transfer System). Se persigue la homogeneización de los estudios a nivel europeo. El ECTS medirá el "volumen total de trabajo" del alumno, tanto en las aulas como fuera de ellas. Establece una media de 40 horas semanales de dedicación, excluyendo así a aquellos que trabajen a la vez que estudien. Si a esto le sumamos la subida de tasas el resultado es sencillo: sólo podrá estudiar aquel que se lo pueda permitir. Ya se habla de las becas-crédito, que en lugar de ser una ayuda del Estado, son préstamos bancarios que después hay que devolver con intereses. Además, disminuye el número de horas lectivas; la figura del profesor ya no es importante puesto que ahora no se trata de obtener conocimiento sino de "gestionarlo" y aprender a aprenderlo (nosotros tampoco lo entendemos). El proyecto Tuning, encabezado por las universidades de Deusto y Groningen intenta ser un "afinamiento" de la estructura educativa europea centrándose en las "habilidades, destrezas y competencias", presentando como revolución pedagógica una reconversión de la universidad en función de las demandas empresariales.

Quien no sabe no se posiciona. ¿Por qué no se ha preguntado a la comunidad universitaria sobre los cambios que harían falta en la universidad? ¿No se pretende dar un mayor protagonismo a los estudiantes? Entonces, ¿por qué en este caso se nos tapa la boca como si fuéramos menores de edad y se decide a nuestras espaldas como si nada tuviéramos que decir? ¿Por qué en cambio se ha preguntado a los empresarios sobre los déficits que presentan los recién licenciados a la hora de entrar en una empresa?

Llamar reforma universitaria a todo esto es una tapadera que oculta las verdaderas intenciones de este proceso. Alumnos y profesores de distintas universidades se han dado cuenta y no se han quedado de brazos cruzados. Contra este proceso ha surgido A.C.M.E (Asamblea Contra la Mercantilización de la Educación), que reúne asambleas de facultad, colectivos y asociaciones de la Universidad Autónoma, de la Complutense, de la Carlos III y de Alcalá. Los estudiantes, a los que cada vez se da menos voz, hemos puesto el grito en el cielo contra la privatización de la universidad. Si no nos dan voz gritaremos más fuerte y conquistaremos el espacio público, que por derecho nos pertenece. El día 17 de Noviembre nos movilizamos en una manifestación contra esta Convergencia Europea 5000 personas en Madrid. Pero no fuimos los únicos: hubo manifestaciones por toda Europa, lo que demuestra que somos conscientes de que es necesario luchar, hacernos ver, enfrentarnos a un proceso que nos ha invisibilizado y no nos ha tomado en cuenta.

El día 17 fue el punto de partida de un movimiento que pretende decir tanto a autoridades académicas, económicas y políticas que vamos a resistir, que vamos a parar esta convergencia. Para ello no estamos solos. Contamos con la fuerza de otras organizaciones que cada día luchan en defensa de los servicios públicos. Del 12 al 17 de diciembre A.C.M.E está preparando una semana de lucha en la U.C.M para seguir informando de lo que está pasando (cosa que no han hecho los promotores de Bolonia) y ante todo para seguir movilizando.

No estamos dispuestos a dejar que desmantelen la Universidad. La educación es un derecho de todos: no queremos ser rentables, no queremos al sector privado en la universidad, no queremos que las empresas decidan qué estudiamos y cómo, no queremos una educación basura para un mercado basura.

PARTICIPA EN LA LUCHA, ACUDE A LAS ASAMBLEAS.

LA EDUCACIóN ES UN DERECHO Y NO UN NEGOCIO

Ver también:
http://www.nodo50.org/acme/

 

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