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Madrid :: 30/07/2009

Demasiado fácil

Ana Sigüenza
A ver si los responsables de la sanidad madrileña son capaces de encontrar al único responsable de la muerte de Dalilah.

El trece de julio falleció el bebé Rayán, hijo de Dalilah, la joven madre fallecida por la nueva neumonía.

Todo muy sencillo: Fallece un niño en la sanidad madrileña y la culpable: una negligente enfermera y, en segundo lugar, su enfermera tutora y ahí acaba todo. De un gigantesco, y ahora dantesco, sistema sanitario, con 8.500 trabajadores y trabajadoras, sólo en ese hospital, hay una única responsable. Demasiado fácil, ¿no?.

La madre de Rayan, Dalilah, realiza, en cuatro días, cuatro visitas a los centros hospitalarios y es enviada a casa, cuatro veces, hasta que a la quinta ya fue directamente a una UCI, y de ahí ya no salió.

Tan listos (como sus parientes de la sanidad valenciana) los responsables de la sanidad madrileña, a ver si son capaces de encontrar, también, al único responsable de la muerte de Dalilah, al chivo expiatorio de la política sanitaria ultraliberal en la Comunidad de Madrid, y no sólo de Madrid, sino de la mayoría de los territorios que están en una carrera ascendente de mercantilización y descomposición de lo que debería ser un sistema y ya no lo es.

Bueno, sí hay un sistema, pero no es el que nos vale. Para muestra de ese sistema, la farsa de negociación gobierno-agentes sociales para la reforma laboral, distrayendo la atención sobre la agenda oculta de la desaparición total, no ya de la regulación de las relaciones laborales, sino de los fondos de la Seguridad Social, para decirnos pasado mañana que el sistema de pensiones no es viable.

En esa farsa de negociación, todo está pactado: el gobierno “sólo admite una rebaja del 0,5%” de las cotizaciones y la patronal pasa un buen día, qué casualidad, de pedir una rebaja del 2,5% a pedir el 5%. Un regate de mercadillo para quedarse en la mitad justa que es lo que ellos querían ¿Y qué rol desempeñan los pseudosindicatos? Desde luego desempeñan el papel que corresponde: hace mucho que no son agentes sociales, sino privados, a su propio servicio, el de su aparato burocrático, anestesistas a sueldo de los trabajadores de este país.

Una rebaja del 5% de las cotizaciones de estas sanguijuelas supone la friolera de 16.000 millones de euros. El señuelo era el abaratamiento del despido, innecesario por ser completamente libre hoy, pero el verdadero objetivo era la Seguridad Social.

Si consiguen la mitad de rebaja, 8.000 millones de euros, habrá que añadirla al resto de la tajada que están sacando de la crisis: tener esclavos sin necesidad de contrato, salario de rebajas, sin límite de jornada, sin límite de funciones.

Estos vampiros ponen y quitan gobiernos de la nación, pero sobre todo ponen y quitan gobiernos autonómicos, que ahí es donde es más fácil meter el diente: en los reinos de taifas ahora engordados por la financiación repartida por el Estado: un regalo que hacemos los apaleados trabajadores contribuyentes a los verdaderos responsables de las muertes en un sistema sanitario que para nosotros es inexistente, pero para ellos es una hermosa y lucrativa realidad.

Ana Sigüenza es militante de CNT y colaboradora habitual del periódico cnt

 

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