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Madrid :: 07/04/2007

Rouco Varela tiene una cita el domingo en una parroquia vallecana

La Haine
El arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela, ha sido invitado a celebrar el Domingo de Resurrección en el barrio de Puente de Vallecas, en la misma parroquia que ha ordenado clausurar por no cumplir con «la ortodoxia católica" y dedicarse a los excluidos.

En una época en la que los fieles acuden cada vez menos a los templos católicos, podría entenderse la necesidad de una reestructuración y que un arzobispo ordenase el cierre de una parroquia. Sin embargo, a la iglesia de San Carlos Borromeo, situada en el distrito de Entrevías del barrio del Puente de Vallecas sí que acudían los fieles.

Aunque estos fieles no eran del agrado de Rouco Varela, uno de los más destacados representantes de la Iglesia Católica que defiende la necesidad de orar por «la unidad de la Nación española», aunque no aparezca en el Evangelio.

Los tres curas de la iglesia de San Carlos Borromeo tienen una concepción muy distinta de la fe católica. Según explicó uno de ello, Jesús Baeza, «proclamar la fe es la atención al hermano pobre y pequeño», por lo que su parroquia se convirtió en un centro al que acudían familiares de presos e inmigrantes, ya que estaba concebida como «un lugar de encuentro, acogida y celebración de fe».

Desde hace casi treinta años en esta parroquia vallecana se ha trabajado en la atención de adoslescentes, jóvenes e inmigrantes en riesgo de exclusión social. Uno de los colectivos que han participado en la vida diaria de la parroquia es Madres contra la Droga. El martes, una de sus integrantes, Sara Nieto, señalaba que «nosotros vamos a seguir con nuestra rutina diaria de estar con las actividades que hacemos con los chavales».

Cuando todavía está reciente la descalificación por parte del Vaticano de los escritos del teólogo vasco Jon Sobrino, uno de los referentes de la Teología de la Liberación en Latinoamérica, Rouco Varela ha seguido esta línea y ha cortado por lo sano.

Prácticas que se han desarrollado en San Carlos Borromeo para acercarse a los feligreses, como celebrar la misa en pantalón vaquero en vez de la preceptiva casulla o dar una rosquilla a los niños en la Eucaristía en vez de la tradicional hostia han servido al Arzobispado madrileño para concluir que la parroquia vallecana se había apartado de la ortodoxia católica y no podía continuar con su labor. Tampoco existen confesionarios porque las confesiones se realizan de manera comunal.

En el fondo, sin embargo, lo que existe es una diferencia de concepción de lo que debe ser la actividad pastoral entre la jerarquía asentada en el Palacio arzobispal y la iglesia de base que trabaja día a día en uno de los barrios más desfavorecidos de Madrid. «Existe un conflicto de interpretación sobre la forma de entender el Evangelio y la vida de la Iglesia en la sociedad actual».

En este sentido, Patricia Fernández, portavoz de la Asamblea de San Carlos Borromeo, mostró su malestar por los calificativos de «iglesia roja» que se han vertido sobre esta parroquia. «Creemos que se ha manipiulado lo que aquí se vive y que no se ha reflejado exactamente la realidad», se queja.

Una iglesia participativa

Por ello, Fernández destacó que en San Carlos Borromeo trabajan 180 personas en el día a día. «Tenemos una realidad muy desbordante y entendemos que tenemos que seguir respondiendo a las urgencias y seguir celebrando en el día a día nuestra fe y nuestro compromiso», explicó.

Carmen Díaz, una de las fundadoras de Madres contra la Droga, ha justificado la petición de las llaves de la parroquia a los curas por parte de la asamblea, al considerar que «esto no es una historia de los sacerdotes con el Arzobispado, porque la comunidad somos todos, curas y feligreses».

Esta mujer recordó que, hace veinte años, se acercó a la parroquia por una convocatoria de ayuda a presos y se quedó en ella porque se sintió muy bien acogida y se enriqueción personalmente.

El PCE mostró su apoyo a la parroquia de San Carlos Borromeo, subrayó la trayectoria mantenida durante treinta años por los sacerdotes de la misma y denunció que «el Arzobispado y sus medios afines han iniciado una campaña de desprestigio de la parroquia y de la Teología de la Liberación».

«Si el mensaje de Cristo es la solidaridad con los pobres y desfavorecidos del mundo, eso es lo que ha hecho siempre esta parroquia», añadió el PCE.

Enrique de Castro, un cura comprometido con los pobres

Enrique de Castro, uno de los tres sacedordotes de San Carlos Borromeo, lleva 35 años ejerciendo como cura en Vallecas, donde se le considera como un sacerdote comprometido con los más desfavorecidos. En esta labor, ha tenido numerosos enfrentamientos con la Jerarquía.

De Castro es autor de un trilogía de obras -«¿Hay que colgarlos?», «Dios es ateo» y «La fe y la estafa»- en los que denuncia la manipulación del Evangelio por parte de la Jerarquía católica.

«A la Iglesia le ha ocurrido lo mismo que le ocurrió al movimiento obrero con los sindicatos. Las reivindicaciones obreras perdieron sus principios cuando acudieron al poder», explicaba en la presentación de su obra en Sevilla en enero de 2005.

De Castro recordaba que en los años 80 llamaron a la puerta de su parroquia «jóvenes que habían caído en la trampa de la heroína, puesta en la calle por el poder» y les abrió la puerta.

 

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