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Madrid, Estado español, Mundo :: 04/12/2019

La COP25, una cumbre manchada con la sangre de la juventud y el pueblo de Chile

Contracorriente
La presencia policial blinda el centro de Madrid y la presencia de las energéticas blinda la prensa burguesa con publicidad de Endesa

Con presidentes de más de 50 países y grandes organismos internacionales, la Cumbre del Clima avanza en Madrid entre protestas programadas a lo largo de las dos semanas de duración.

Mientras la presencia policial blinda el centro de Madrid y la presencia de las energéticas blinda la prensa burguesa con publicidad de Endesa, la COP25 da comienzo en Madrid ante el escepticismo y la protesta de buena parte de los movimientos ecologistas. Así, el viernes 6 de diciembre la Cumbre Social Alternativa ha convocado una manifestación que recorrerá el centro madrileño, entre las estaciones de Atocha y Nuevos Ministerio.

El pasado mes de octubre y en medio de masivas protestas y movilizaciones que piden su renuncia, el presidente de Chile Sebastián Piñera decide suspender la organización de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25). Finalmente, la COP25 tuvo lugar en Madrid, bajo presidencia del gobierno chileno, entre los días 2 y 13 de diciembre tras el pacto entre Piñera y el presidente en funciones Pedro Sánchez.

Es, por tanto, una cumbre que tiene lugar en el marco de una brutal represión al pueblo chileno que salió masivamente a las calles a protestar contra una medida tan poco ecológica como es la subida del transporte, pero que pronto se transformó en un movimiento que cuestiona de conjunto el modelo neoliberal de Chile. Como plantean los y las manifestantes chilenos “no son 30 pesos, son 30 años” de Régimen Pinochetista al servicio de los grandes intereses económicos capitalistas.

Una represión que deja un balance de decenas de personas muertas y centenares de detenidas y heridas. Una represión que el gobierno “progresista” de Pedro Sánchez avala acogiendo esta cumbre, del mismo modo que lo hizo con la represión desatada por el gobierno de Lenin Moreno en Ecuador, al que brindó su “máximo apoyo”, o la que él mismo ha descargado contra el movimiento democrático catalán.

La hipocresía de estas cumbres y de los gobiernos que las organizan no conoce límites. Tratan de mostrar una preocupación por la destrucción del medioambiente promoviendo costosos encuentros y acuerdos internacionales que son una farsa y que proponen una reconversión parcial y limitada de los sistemas productivos, mientras fortalecen el modelo de acumulación y explotación capitalista e imperialista, incompatible con la vida. Un sistema que están dispuestos a defender con la más violenta de las represiones. Si en cuarenta años estas cumbres no han servido para resolver el cambio climático y la degradación de la naturaleza, ¿qué podemos esperar de esta nueva cumbre manchada con la sangre de la clase trabajadora y el pueblo de Chile?

No podemos tener ninguna esperanza en que los gobiernos defensores de los grandes intereses capitalistas resuelvan la crisis ecosocial, porque es precisamente el modo de producción capitalista el que está en contradicción con la naturaleza y con los procesos naturales de desarrollo. Porque el modo de producción capitalista y su lógica irracional tienen como prioridad la ganancia y acumulación del capital en unas pocas manos y no resolver las necesidades básicas de la mayoría, ni mucho menos acabar con la desigualdad y la explotación a las que la mayoría de la población está sometida.

Por ello, la perspectiva de las que luchamos contra el cambio climático, pero también contra la opresión racista y heteropatriarcal, contra la precariedad y la explotación, no puede reducirse a convertirnos en un movimiento de presión a los representantes políticos capitalistas a la espera de que tomen medidas urgentes. Sino apuntar decididamente contra los intereses y la propiedad de las grandes corporaciones y multinacionales capitalistas, que son los verdaderos responsables de la crisis climática.

La juventud, la clase trabajadora y las mujeres tenemos que tomar nuestros destinos en nuestras propias manos y no depositar ninguna confianza ni expectativa en estas farsas diplomáticas, ni en el gobierno imperialista del PSOE ni en sus socios de Unidas Podemos que han decidido integrarse en el mismo acatando las políticas neoliberales, validando la actuación policial y judicial en Catalunya y apoyando el traslado a Madrid de la COP25, sin denunciar los acuerdos del gobierno con el represor Piñera y plegándose a la demagogia verde de Pedro Sánchez.

Es necesario expropiar a las grandes fortunas, a las multinacionales y grandes empresas y poner esos recursos en disposición de resolver la crisis climática en planes discutidos y organizados democráticamente por el pueblo trabajador. Esto solo lo lograremos a través de la movilización y autoorganización de la clase trabajadora y el pueblo hasta arrebatarle el poder a los capitalistas. Los grandes procesos de lucha de clases en Chile, Ecuador, Bolivia, Francia… marcan el camino.

Los y las compañeras que participamos en Contracorriente apostamos por una salida anticapitalista y revolucionaria a la crisis climática y hacemos un llamamiento a los y las jóvenes que compartan esta perspectiva a impulsar junto a nosotras las acciones contra la COP25. Porque sabemos que el capitalismo no tiene nada para ofrecernos más que guerras, miseria, destrucción del planeta, explotación y opresión para la juventud, las mujeres y el pueblo trabajador.

¡No a la COP25, una cumbre manchada con la sangre de la juventud y el pueblo de Chile!

¡El capitalismo destruye el planeta, destruyamos el capitalismo!

izquierdadiario.es

 

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