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¿Cómo se siente, yanqui?
x Guillermo A. González
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¿Como se siente ver que el horror estalla
en tu patio y no en el living del vecino? ¿Cómo se siente
el miedo apretando tu pecho, el pánico que provocan el ruido ensordecedor,
las llamas sin control, los edificios que se derrumban, ese terrible olor
que se mete hasta el fondo en los pulmones, los ojos de los inocentes que
caminan cubiertos de sangre y polvo?
¿Cómo se vive, por un día, en tu propia casa, la
incertidumbre de lo que va a pasar?
¿Cómo se sale del estado de shock?
En estado de shock caminaban el 6 de agosto de 1945 los sobrevivientes
de Hiroshima. Nada quedaba en pie en la ciudad luego que el artillero
norteamericano del "Enola Gay" dejara caer la bomba...
En pocos segundos, habían muerto 80. 000 hombres, mujeres y niños.
Otros 250.000 morirían en los años siguientes a causa de
las radiaciones.
Pero ésa era una guerra lejana... ni siquiera existía la
televisión.
¿Cómo se siente hoy el horror, cuando las terribles imágenes
de la televisión te dicen que lo ocurrido el fatídico 11
de septiembre no pasó en una tierra lejana sino en tu propia patria?
Otro 11 de septiembre, pero de 28 años atrás, había
muerto un presidente de nombre Salvador Allende resistiendo un golpe de
Estado que tus gobernantes habían planeado.
También fueron tiempos de horror, pero eso pasaba muy lejos de
tu frontera, en una ignota republiqueta sudamericana.
Las republiquetas estaban en tu patio trasero y nunca te preocupaste
mucho cuando tus "marines" salían a sangre y fuego a
imponer sus puntos de vista.
¿Sabías que entre 1824 y 1994 tu país llevó
a cabo 73 invasiones a países de América latina? Las víctimas
fueron Puerto Rico, México, Nicaragua, Panamá, Haití,
Colombia, Cuba, Honduras, República Dominicana, Islas Vírgenes,
El Salvador, Guatemala, Granada.
Hace casi un siglo que tus gobernantes están en guerra. Desde
el comienzo del siglo XX casi no hubo una guerra en el mundo en que la
gente de tu Pentágono no haya participado.
Claro, las bombas siempre explotaron fuera de tu territorio, con excepción
de Pearl Harbor, cuando la aviación japonesa bombardeó la
Séptima Flota en 1941.
Pero siempre el horror estuvo lejos. Cuando las Torres Gemelas se vinieron
abajo en medio del polvo, cuando viste las imágenes por televisión
o escuchaste los gritos porque estabas esa mañana en Manhattan,
¿pensaste por un segundo en lo que sintieron los campesinos de
Vietnam durante muchos años?
En Manhattan la gente caía desde las alturas de los rascacielos
como trágicas marionetas; en Vietnam la gente daba alaridos porque
el napalm seguía quemando la carne por mucho tiempo y la muerte
era espantosa, tanto como la de quienes caían en un salto desesperado
al vacío.
Tu aviación no dejó una fábrica en pie, ni un puente
sin destruir en Yugoslavia. En Irak fueron 500.000 los muertos.
Medio millón de almas se llevó la Operación Tormenta
del Desierto. ¿Cuanta gente murió quemada, mutilada, acribillada,
aplastada, desangrada, en lugares tan exóticos y lejanos como Vietnam,
Irak, Irán, Afganistán, Libia, Angola, Somalía, Congo,
Nicaragua, Dominicana, Camboya, Yugoslavia, Sudán y una lista interminable?
En todos esos lugares, los proyectiles habían sido fabricados
en factorías de tu país y eran apuntados por tus muchachos,
por gente pagada por tu Departamento de Estado, y sólo para que
tú pudieras seguir gozando de "la forma de vida americana".
Hace casi un siglo que tu país está en guerra con todo
el mundo. Curiosamente, tus gobernantes lanzan los jinetes del apocalipsis
en nombre de la "libertad" y de la "democracia".
Pero debes saber que para muchos pueblos del mundo -en este planeta donde
cada día mueren 24.000 personas por hambre o enfermedades curables-,
Estados Unidos no representa la libertad: lo ven como a un enemigo lejano
y terrible, que siembra guerra, hambre, miedo y destrucción.
Siempre han sido conflictos bélicos lejanos para ti, pero para
quienes viven allá es una dolorosa realidad cercana, una guerra
donde los edificios se desploman bajo las bombas y donde esa gente encuentra
una muerte horrible. Y las víctimas han sido, en el 90 por ciento,
civiles, mujeres, ancianos, niños.
¿Qué se siente cuando el horror golpea a tu puerta, aunque
sea por un solo día?
¿Qué se piensa cuando las víctimas en Nueva York
son secretarias, operadores de bolsa o empleados de limpieza que pagaban
puntualmente sus impuestos y nunca mataron una mosca?
¿Cómo se siente el miedo? ¿Como se siente, yanqui,
saber que la larga guerra, finalmente, el 11 de septiembre llegó
a tu casa?...
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