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Afganistán: Cuando los comunistas protegían los derechos de las mujeres
Jose Antonio Egido

La prensa y los gobiernos occidentales han encontrado ya un nuevo “Satán” que sustituye a los obsoletos Milosevic, Sadam Hussein, Gaddafi...: el terrorista islámico Bin Laden que les sirve para legitimar nuevas aventuras militares avivando los bajos instintos y la ignorancia de la opinión pública ¿Sabe alguien que dicho terrorista es un colaborador de la siniestra agencia de espionaje CIA desde 1979? ¿Sabe alguien que en Afganistán hubo de 1978 a 1992 un régimen progresista que protegió activamente los derechos de las mujeres? ¿Sabe alguien que para derrocarlo el gobierno USA creó y armó una corriente fanática integrista a la que hoy atribuye los atentados del 11 de setiembre?

Queremos que se conozca el drama del pueblo afgano en las vísperas de una nueva situación dolorosa y que aparezcan al descubierto todas las maniobras sucias realizadas por el imperialismo USA para someter y sojuzgar a dicho pueblo.

Afganistán: su tremendo atraso feudal

Afganistán ha sido y hoy sigue siendo uno de los países mas atrasados del Mundo caracterizado por la pobreza de su población, su heterogeneidad étnico cultural, sus relaciones sociales arcaicas y el dominio ejercido por una casta de señores feudales que se apoyan en la religión musulmana para autolegitimarse. Según datos de UNICEF en 1969 la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años era la mayor del mundo: 380; la tasa bruta de mortalidad infantil era de las mayores: 30; la esperanza de vida era de 33 años. El atraso era padecido especialmente por las mujeres: en 1960 el 15 % de los niños acudía a la escuela pero únicamente el 2 % de las niñas. En 1970 el 13 % de los hombres estaba alfabetizado y sólo el 2 % de las mujeres.

El país era una monarquía de tipo medieval que ejercía un poder escaso y nominal sobre un conjunto de señores de la guerra y dirigentes étnicos y tribales asimismo dueños de la tierra.

En 1973 el rey Mohammed Zahir Shah fue derrocado por su primo Mohammed Daud que estableció un régimen republicano. Dicho régimen permitió la actividad de un Partido Comunista llamado Partido Democrático del Pueblo de Afganistán (PDPA), que tenía su base en la escasa intelectualidad urbana, los poco numerosos estudiantes y algunos oficiales del ejército. Su programa se centraba en la reforma agraria, la liberación de la mujer y la alfabetización de la población a desarrollar por un gobierno de “obreros, campesinos, intelectuales ilustrados y progresistas, artesanos, la pequeña burguesía y los capitalistas nacionales”.

El nuevo régimen no sacó al país de su atraso y en 1978 intentó suprimir el PDPA.

La revolución de abril

Sus partidarios en el ejército contraatacaron y derrocaron a Daud tomando el poder. El PDPA era un pequeño partido de 15 mil militantes dividido en varias fracciones. Una de ellas se hizo con el control del gobierno y reprimió a sus rivales. El fundador del partido Mohammed Taraki fue asesinado y varios miles de sus militantes encarcelados. Sus abusos echaron a los brazos de la oposición feudal a un sector campesino.

Pero el principal peligro viene de la contrarrevolución activamente apoyada y armada por la CIA norteamericana.

El gobierno USA y su CIA estimulan la creación de grupos terroristas formados por señores feudales afectados en sus privilegios por las reformas progresistas impulsadas por el PDPA en el gobierno. En 1978 la CIA instala en Islamabad (Pakistán) un cuartel general encargado de dirigir la guerra y el terrorismo contra el gobierno comunista. El asesor del presidente Carter Zbigniew Brzezinski coordina el suministro de armas a los terroristas. El agente de la CIA Louis Dupree dirige los instructores que adistran a terroristas en 120 campos de entrenamiento creados en Pakistán. La CIA coordina una coalición de gobiernos reaccionarios involucrados en esta guerra contra Afganistán: servicios secretos de la OTAN, Israel, Arabia Saudita y por supuesto la dictadura pakistaní. La ayuda que reciben las bandas terroristas era de mil millones de dólares anuales, proporcionados en su mayoría por los USA. Esta masa de dinero sirve para crear un fuerte movimiento integrista y extremista. Ante la magnitud de la ingerencia extranjera la URSS decide intervenir militarmente para sostener el gobierno afgano y depurar la camarilla que había cometido graves abusos.

En 1979 el rico saudí Usama Bin Laden colabora estrechamente con la CIA en la guerra sucia. Bin Laden integra las filas del Partido Islámico de Gulbudin Hekmatyar, antiguo jefe de la organización reaccionaria Hermanos Musulamanes también conectado con la CIA. Hekmatyar y sus terroristas se dedican a quemar vivos a campesinos, a destruir cientos de escuelas y hospitales, puentes y mezquitas. Otros jefes contrarrevolucionarios son ricos señores feudales: Mojaddedi era dueño de 2000 hectáreas, Mohammed Nabbi además estaba conectado con el Mossad sionista, Rabani era además exportador de alfombras. Son teólogo-terroristas que emplean el Islám para recuperar sus tierras y volver a explotar a los campesinos pobres.

Las reformas progresistas de la Revolución

Los comunistas afganos tomaron medidas para sacar al Pueblo del atraso y la miseria. En un primer momento distribuyeron tierra a 250 mil campesinos, abolieron todas las deudas contraidas por los campesinos con los terratenientes, liberaron 8 mil presos políticos, declararon la educación universal para ambos sexos. La tasa de mortalidad infantil de menores de 5 años pasa de 380 en 1960 a 300 en 1988; el 80 % de la población urbana accede a servicios de salud; el 63 % de los niños y niñas realizan integramente el curso escolar en 1985-87; la esperanza de vida pasa de 33 años en 1960 a 42 en 1988. Centenares de miles de personas son alfabetizadas. Se aumenta en un 50 % el número de médicos, se dupkica el total de camas en los hospitales; se crean por primera vez jardines de infancia y casas de reposo para los trabajadores.

El gobierno comunista se esfuerza en sacar a las mujeres del tremendo atraso y opresión que sufren: el analfabetismo femenino es reducido del 98 al 75 % y miles de mujeres afganas dejan de usar el chador. Se incorporan a la producción e integran los destacamentos populares de defensa de la revolución con las armas en la mano. Los afiliados del PDPA que practican la poligamia son expulsados del partido. Incluso se incorporan a la vida política: las mujeres son una décima parte de la militancia del PDPA, cifra insuficiente pero que es un gran avance en comparación con la exclusión absoluta que sufren hoy bajo el régimen de los talibanes. La vicepresidenta de la Unión de Mujeres Democráticas Safika Razmiha declaró en 1988:”si no se logra la igualdad de la mujer en nuestra sociedad, es imposible avanzar por el camino del progreso social. Muchos miles de mujeres afganas aún están encerradas en los harenes, millones ocultan su rostro bajo el chador y el 75 % de ellas son analfabetas. La revolución afgana realiza un ingente trabajo para emancipar a la mujer. Pero la correlación de fuerzas es todavía favorable a los atrasos feudales”.

Pero la prioridad es la guerra

Pero es la guerra subversiva y terrorista a gran escala la principal preocupación del gobierno progresista y del Ejército Soviético que intentan defenderse de las oleadas de fanáticos que se lanzan desde los campos de Pakistán. De 1978 a 1986 destruyen casi 2 mil escuelas y 31 hospitales, saquean 906 cooperativas campesinas, destruyen empresas, centrales eléctricas y 41 mil km. de líneas de comunicación. Los que el presidente USA Reagan llama “luchadores de la libertad” entrenados por la CIA, Bin Laden entre ellos, se dedican a matar sin piedad mujeres, niños, ancianos, clérigos partidarios del gobierno, maestros. Matan al superior de la mezquita central de Kabul Maulan Abdul Hamid. Envenenan a cien adolescentes de 14 a 18 años de un liceo femenino de Kabul. Explotan bombas en una plaza comercial llena de gente, en un cine cuando se proyectaba una película para niños. Destruyen aviones civiles de la Afgan Airlines y otras compañias con los misiles Stingers norteamericanos y Blowpipes ingleses. Mas de 200 pasajeros son asesinados sin derecho al despliegue propagandistico de que son objeto los pasajeros de los aviones secuestrados el 11 de setiembre. La guerra está apoyada por la propaganda. En relación al pueblo afganos emiten 8 emisoras gubernamentales dirigidas por “Radio Kabul Libre” filial de la radio de la CIA la “Voz de America” instalada en Pakistán en lenguas afganas.

Los USA consiguen agotar a la URSS en esta guerra de desgaste en la que los asesinos integristas matan a miles de soldados soviéticos. En 1989 el traidor Gorbachov decide abandonar a su suerte al gobierno comunista retirando el Ejército Rojo sovietico. Investigadores norteamericanos reconocen que la CIA y el servicio secreto pakistaní ISI trabajaron intensamente codo a codo para derrocar dicho gobierno e instalar un poder integrista islámico . Para los años 90 miles de terroristas árabes son veteranos de esta guerra sucia y están dispuestos a aplicar sus métodos criminales contra la población campesina y lo soldados de Argelia, los cristianos coptos de Egipto, los civiles serbios y croatas y los comunistas de Bosnia-Herzegovina,etc.. La implicación de la CIA en la creación de ese foco de fanatismo dirigido contra los progresistas, los comunistas y la URSS es absoluta. La CIA pagaba los salarios de 4200 funcionarios de los partidos de oposición.

Caída de la esperanza y llegada del caos

La oposición llamada en Occidente, incluso por la izquierda “de salón” “Resisencia”, que no es mas que un amasijo de 300 comandantes enfrentados entre si y acostumbrados a llenarse los bolsillos con los dólares de la CIA, termina en 1992 por derribar el gobierno comunista. Las conquistas sociales son liquidadas y el país pasa a un nuevo tipo de guerra civil entre los diferentes jefes tribales.

La CIA, el régimen saudí y el general pakistaní Nasrullah Babar forman un grupo integrista aún más fanático y brutal que toma el poder en Kabul en 1996, los talibanes. Los USA pretenden que este régimen no dificulte la instalación de oleoductos que transporten el petróleo centro-asiático a manos de las petroleras yankis. Otras vías alternativas por Irán y China no son posibles. Los talibanes hacen saber mediante dos gestos lo que va a ser su política: arrastran por ls calles de Kabul y cuelgan al último presidente comunista, Najibullah, y ordenan a las mujeres a esconderse debajo de de una espantosa pieza de tela. Sus antiguos amos de la CIA pensaron seguramente que su operación había tenido éxito y que Kabul “ya era libre”. Poco imaginaban y tampoco sus aliados de la OTAN que los fanáticos integristas se iban a volver contra ellos cometiendo los devastadoras atentados de EEUU y otros lugares.

El pobre pueblo afgano tuvo una oportunidad de obtener un desarrollo pacífico y construir una sociedad más justa. La única ayuda que recibieron de Occidente fue las armas de los bandidos integristas, después las lágrimas de cocodrilo de algunas feministas pequeñoburguesas, los misiles de Clinton y hoy una nueva agresión contra el régimen que los propios occidentales contribuyeron a instalar. Pobre pueblo. Nuestro recuerdo para sus valientes hijos comunistas y patriotas.

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