Fuego cruzado sobre Madrid
En Madrid, una parte sustancial de Castilla, se han protagonizado momentos clave para el devenir de nuestra historia progresista, tales como la participación en la Revolución comunera, el inicio de la llamada Guerra de Independencia contra la invasión francesa, las revueltas republicanas y liberales del siglo XIX o la resistencia de la ciudad contra el fascismo de los años 30 del pasado siglo. Esos episodios siempre estuvieron impregnados de conciencia castellanista y, después de la revolución comunera, del espíritu de esta. Pero existe obviamente también un Madrid burocrático, centralista, rentista… que es una parte sustancial del bloque dominante español, con todas sus miserias y perversiones, bloque que por cierto tiene nichos significativos en todos los territorios bajo jurisdicción del Estado.
Hoy estamos asistiendo a un fuego cruzado sobre Madrid entre las dos alas del Régimen del 78: el “Gobierno trifachito” de la Comunidad y el llamado “Gobierno de Progreso” español. Ninguna de las dos opciones tiene como objetivo resolver los problemas de las clases populares madrileñas. En absoluto. La auténtica pretensión de cada uno de los dos bandos es reforzar su poder institucional, porque ello es la “fuente de empleo” y de privilegios económicos y sociales para sus acólitos en un momento de grave crisis que desgraciadamente se verá intensificada en los próximos tiempos.
Jordi Pujol, y con él un sector de la burguesía catalana, exigió en el proceso de constitución del Estado autonómico, en el momento en que este se estaba diseñando, que Madrid no fuera incorporada a ninguna de las comunidades autónomas castellanas, porque ello implicaría un desequilibrio de por sí entre las diferentes autonomías. Esa exigencia -por supuesto- fue atendida, pero el impacto que tuvo seguramente fue distinto del esperado: no se consiguieron frenar los efectos negativos de Madrid como capital del Estado, sino que estos se intensificaron y aceleraron, pero eso sí, recayendo nocivamente sobre el conjunto de Castilla. La colonización interior de Castilla por Madrid se vio brutalmente agudizada a partir de la puesta en pie del Régimen autonómico del 78. Tal cuestión se está evidenciando de forma dramática en tiempos de la pandemia del Covid-19.
Madrid es hoy de hecho la Comunidad Autónoma con el mayor PIB del Estado, 239.878 millones de euros, lo que constituye el 19,3% del PIB español, 3 décimas por encima del de Cataluña, que con 236.739 millones supone el 19% del PIB del Estado. En cuanto al número de habitantes, 6.685.471 personas en Madrid, es inferior al de Cataluña con 7.609.499, pero hay que recordar que Madrid es una comunidad uniprovincial, y si comparásemos su población con la de la provincia de Barcelona, veríamos como esta es de 5.710.903, y por tanto, el balance es “favorable” para Madrid. Entre las 50 ciudades mayores del Estado español, 8 pertenecen a la Comunidad Autónoma de Madrid. Hacemos esta descripción con un único objetivo: dejar constancia que la CAM es un bocado muy apetitoso para las dos grandes familias del Régimen mafioso en el que sobrevivimos.
La verdad siempre es revolucionaria
Nos quieren vender la película de que el Gobierno Central gestiona y gestionaría mucho mejor la pandemia COVID-19 que el Gobierno Autonómico de Madrid; peor seguramente no lo haría, pero tenemos muy serias dudas de que pudiera hacerlo sensiblemente mejor. En los meses que duró el Estado de Alarma (de marzo a junio), y por tanto hubo “mando único” bajo el control del Gobierno español, la gestión fue un auténtico desastre, aunque ahora se eche tierra por encima de ello.
Nos dicen también, en un alarde de tremenda demagogia, que el TSJM tumbó la solicitud del Gobierno español y dio paso a la del Gobierno Autonómico de Madrid porque esta únicamente se centraba en el confinamiento de los barrios obreros. No tenemos duda alguna sobre la “afinidad de clase” de los magistrados del TSJM, pero para su decisión hay una razón objetiva que explica su resolución, y es que el Gobierno Central no eligió adecuadamente la base jurídica para argumentar su pretensión, mientras que el Gobierno de la Comunidad de Madrid sí que lo hizo.
El Gobierno de la Comunidad de Madrid se acogió a los artículos 1 y 3 de la Ley Orgánica de Medidas Especiales, de 1986, en materia de Salud Pública, que señala: “Al objeto de proteger la salud pública y prevenir su pérdida o deterioro, las autoridades sanitarias de las distintas Administraciones Públicas podrán, dentro del ámbito de sus competencias, adoptar las medidas previstas en la presente ley cuando así lo exijan razones sanitarias de urgencia o necesidad. Con el fin de controlar las enfermedades transmisibles la autoridad sanitaria, además de realizar las medidas preventivas generales, podrá adoptar las medidas oportunas… así como las que consideren necesarias en caso de riesgo de carácter transmisible”. Por el contrario, el Gobierno Central se acogió a la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud, en concreto a su artículo 65.
Vista desde los intereses del pueblo trabajador, la dicotomía “Gobierno Trifachito”/“Gobierno de coalición progresista” es sencillamente una falsa dicotomía. ¿Qué ha hecho el Gobierno de coalición realmente además de mucha palabrería? ¿Ha derogado la Ley Mordaza? No, y tiene mayoría suficiente para ello. ¿Ha derogado la Ley Laboral del PP? No. Dicen que han parado los desahucios y los despidos, pero cada día podemos comprobar que eso es pura mentira. Las casas de apuestas, auténtico cáncer de nuestros barrios, continúan abiertas. Se sigue reprimiendo por cuestiones políticas e ideológicas, la última y más relevante, la destitución del Presidente de la Generalitat. Y aún por encima, tenemos que escuchar al Vicepresidente Segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, decir que su procesamiento, en caso de ir para adelante, sería el primero por cuestiones ideológicas en España; se puede ser más fantasma, pero no es fácil, teniendo en cuenta además que de lo que se le acusa es de puros y duros delitos comunes.
Madrid es, por otro lado, el espacio en el que existe una mayor concentración obrera de todo el Estado, y además con una gran potencialidad de lucha, reiteradamente demostrada, con miles de activistas sociales y políticos en barrios y pueblos que rechazan al Régimen actual y que no van a aceptar nuevas componendas como las que se dieron para imponer el Régimen del 78. Eso les produce pánico a las dos grandes corrientes del actual Régimen.
Madrid, como el conjunto de Castilla, necesita avanzar más y también más rápido en la construcción de movimiento, organización y poder popular. Ese es el único camino que nos llevará a la victoria. La manifestación prevista para el 25 de octubre tiene que ser un paso adelante en esa dirección.
Izquierda Castellana, 9 de octubre de 2020