[Fotos] Bloque crítico en la manifestación día 19 de febrero en Madrid

Si en las manifestaciones hubiera un indicador que mostrase el descontento social o algo que pudiera medir la inquietud contra un Gobierno dado, esta percepción se podría reflejar en el Bloque crítico que se encontraba en la cola de la manifestación, nada desdeñable y que cada vez más se nutre del personal desengañado en las filas de los sindicatos de CCOO y UGT, sumado a otros sindicatos de clase y movimientos sociales que van cada vez más en aumento y muestran más arrojo.
No solo el número determina el baremo que sitúa a la Sociedad en su más alto exponente de expresión contra el poder. Tantas movilizaciones han sido infaliblemente cuantiosas rozando la extenuación de las calles donde no cabía ni un alfiler y su resultado ha sido nulo, sin conseguir mover un ápice la dirección despiadada del gobierno de turno, puesto que los agentes movilizantes están más que controlados, no existe nada más allá que la movilización en cuestión y con el consiguiente matiz de estar todo atado y maniatado antes de empezar, no sea que se cabree el amo.
¿Cuántas de estas manifestaciones, paros, etc, se nos presentan como un éxito, cuando han sido pactados previamente para minimizar cualquier efecto?¿Cuantas han sido lavado de imagen, haciéndonos la cama y por aquí bajo cuerda soy causante de los atropellos, pero cara a la galería soy la salida al problema? Esta dinámica crea un círculo vicioso que forja un fetichismo y seguidismo que reconduce cualquier foco de rebeldía a la nada. Para eso están nuestros representantes y en este país somos grandes adalides del atontamiento generalizado, convirtiendo vergeles de derechos adquiridos en desiertos desprovistos de estos.
Los “agentes sociales” CCOO y UGT, apéndices del Estado que aportando su firma a las reformas laborales o expresando su beneplácito con su resignación ¿en qué aprieto puede poner al orden establecido del Estado?
Medio millón o millón y medio de multitudes resignadas que no rompen con el contén de partidos y sindicatos oficialistas causantes o en connivencia con la situación que atravesamos, maniatados por el marco legal y la subordinación de quien les da de comer, es más que nada, un número ejemplar de resignados que portando banderas hacen brindis al sol.
Dediquémosle el protagonismo correspondiente a aquellos verdaderos sindicatos de clase que llevan tiempo luchando con todos sus medios contra los recortes y estas reformas que se venían anunciando, a los descontentos del sindicalismo oficial que tuvieron el valor de no querer ser parte de la comparsa y a los disidentes varios que se agruparon al margen de este tinglado bien montado o que dieron forma al llamado Bloque Crítico.
Estos sí son contestatarios yendo en crescendo y poniendo en tela de juicio al Estado y sus medidas, puesto que está fuera de su control y se escapa también a su dormidera maquinaria.