El viejo mundo y los monstruos: Gritos en Sol en contra de Chávez

Y según dicen algunos, los indignados anoche silbaron y gritaron contra Hugo Chávez (convalenciente y gravemente enfermo) cuando se anunció por megafonía que Telesur era el único medio que daba al movimiento un espacio diario de cobertura y expresión. Curioso, el bueno de Juan Carlos Monedero hablando en directo por Telesur mientras las masas abrazaban su alienación insultando al único medio que les daba cobertura completa.

Es el antitodo, el nihilismo eskorbutista (pero sin la mala leche de eskorbuto), la neolengua orwelliana, el dos más dos son cinco, el viva las cadenas. Por lo visto algunos miserables no han superado la división izquierda-derecha que con tanto ahínco pretenden inculcarnos: son de derechas y empiezan a dar ya no lástima sino asco. Creen haber inventado la pólvora cuando afirman que el movimiento no es ni de derechas ni de izquierdas, pero si leyeran a alguien más que a Hessel o Escolar sabrían que la trampa tiene poco de novedosa: personajes tan siniestros como José Antonio Primo de Rivera o Francis Fukuyama ya intentaron tenderla hace muchas décadas. El primero terminó en un paredón ajusticiado por el pueblo, el segundo condenado al ostracismo académico, ni su retractación pública sirvió de mucho.

Que tomen nota los trevijanos, los charlatanes y los inventores de ideologías de salón de tres al cuarto. Porque no les vamos a dejar, no lo van a conseguir, no vamos a pasar por el aro de las ambiguedades y vamos a seguir llamando a las cosas por su nombre: estado de excepción de permanente, que es lo que pasó anoche en Madrid (y continúa pasando a estas horas) cuando las fuerzas represoras impidieron la libre circulación de las personas.

Decía Gramsci que el viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos, que cobran vida en el impresentable de Julio Iglesias apoyando el movimiento o en el nuevo (y siniestro) ministro del interior, el que no quiere cámaras cuando le preguntan por la tortura.
La lucha del movimiento no está sólo de puertas para fuera sino también de puertas hacia dentro y es tan importante como la que se libra frente a políticos y banqueros. Seguiremos dando guerra, el momento es demasiado maravilloso para dejarlo en manos de la reacción y el oportunismo liberal. Vamos a seguir siendo demasiado tercos y demasiado rojos, demasiado coherentes.

Nos vemos en las calles.

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