25A: Democracia interna y asedio al congreso

Lamentablemente todavía quedan colectivos que se enorgullecen de funcionar verticalmente, como el sistema que dicen querer destruir. Durante demasiados años la clase trabajadora ha aceptado este funcionamiento y posteriormente padecido sus resultados.

Hoy se está intentando masivamente hacer las cosas de otra forma, en el convencimiento de que la revolución de la clase trabajadora tiene que basarse en sus propias decisiones, proyectos, expectativas, y capacidad de compromiso.

La conciencia está aumentando a pasos agigantados en muy poco tiempo y no es gracias a los grupos de estudio, conferencias y panfletos de intelectuales con recomendaciones sobre lo que debería hacer la clase trabajadora, sino a partir de organizarse horizontalmente, de abajo arriba, con militantes decididos a aprender, junto con la clase trabajadora, con la sospecha de que sus recetas no han funcionado y que ya va siendo hora de que hagamos las cosas con aquellos que las están sufriendo, con mucho respeto y ninguna soberbia.

¿Pérdida de tiempo? Conseguir, por ejemplo, que una familia consiga que no la echen de su casa, que esa familia participe activamente en la propia lucha, que resuelva su problema personal colectivamente y que en ese proceso quede al desnudo el sistema capitalista y los ejes que lo sustentan, significa una toma de conciencia nunca alcanzada por otros caminos, al menos en los últimos 70 años.

La situación actual me trae a la memoria la II Declaración de la Habana:

…tarde o temprano en cada época histórica, cuando las condiciones objetivas maduran, la conciencia se adquiere, la organización se logra, la dirección surge y la revolución se produce.

sta gran humanidad ha dicho: «¡Basta!» y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente.

La clase trabajadora del Estado español está avanzando en conciencia y la horizontalidad, la búsqueda de nuevas formas de organización, la implicación en la gestión y resolución de los propios problemas y la construcción de un proyecto de vida propio con la participación de las tan añoradas “masas”, representa un avance cualitativo impensable hace apenas unos años.

Este proceso tiene un aspecto especialmente revolucionario, como es la enorme participación de las mujeres de la clase trabajadora. La agresión que significa la pérdida de la vivienda y la falta de recursos para la supervivencia de nuestras familias junto la pérdida de la asistencia sanitaria universal son elementos cruciales que atacan el núcleo de nuestra vida y que nos ha obligado a salir a la calle como nunca antes.

De acuerdo, que vayan a asediar el congreso los que creen que esa es una acción revolucionaria. Ojala no sea, una vez más, un ejercicio de espontaneismo y agitación. De ser así será, en efecto, una nueva pérdida de tiempo.